Uso el término “antiguo barrio” para describir las comunidades en las que vivían las personas que eran niños hace veinte años (o más). El antiguo barrio era un lugar en el que los niños podían jugar desde el momento en que acababan sus tareas hasta que les llamaban para cenar. Era una comunidad en la que los niños no se relacionaban con personas adultas, jugaban en grupos de varias edades y se inventaban las reglas de los juegos que jugaban. En resumen, tenían control sobre cómo pasaban la tarde. Este antiguo barrio tiene diferentes connotaciones para diferentes personas, dependiendo de su clase social o del lugar donde se criaran. Sin embargo, muchas personas que recuerdan esos antiguos barrios comparten una experiencia similar de juego sin intervención de personas adultas diciéndoles lo que tienen que hacer. Esto ocurrió en barrios residenciales, en el campo y en las ciudades.

Hoy día los niños juegan con video juegos que imitan actividades reales, por ejemplo la Wii de beisbol, o aquellos en los que uno puede tener aventuras para defender un reino delante de una pantalla de televisor. Hace veinte años, los niños jugaban al aire libre juntos, practicando las mismas destrezas necesarias en la vida; destrezas que, según los expertos, la generación actual parece no poseer. Los niños en el pasado tenían que negociar y comunicarse. No había ninguna persona adulta para decirles cuáles eran las reglas para un partido de beisbol con sus amigos o una aventura imaginaria. Los niños se encargaban de tomar decisiones, resolver conflictos y comunicarse entre ellos. Se convertían en personas capaces de resolver problemas cuando se inventaban las reglas de sus juegos y resolvían los problemas que surgían al hacerlo.

Un ejemplo

Cuando hablo con personas adultas, no lleva mucho tiempo escuchar historias de cuando esas personas eran niños. Esas historias se han convertido en ejemplos de cómo el juego fue una parte importante del aprendizaje de habilidades sociales tan importantes para el éxito. Hasta el momento en el que el tema surge en la conversación, las personas adultas con las que hablo no piensan conscientemente en la niñez como la base de esas destrezas que poseen hoy.

Piense en el ejemplo de un partido de fútbol americano en el receso o después de la escuela, que demuestra cómo los niños cuando se les deja solos tienen la capacidad de organizarse y jugar un partido.

Para empezar el grupo debe aceptar los límites del campo, la puntuación que se va a asignar a un touchdown, y si es un touchdown con las dos manos, con una sola mano o una tacleada (tackle). La última tarea es la selección de equipos. Por lo general, es en el momento de seleccionar el equipo donde se habla y se negocian posibles problemas: “Tenemos a Tom, que solo tiene seis años y es demasiado pequeño para taclear” o “No es justo, ustedes tienen a Jenny y ella es la que corre más rápido”. Y pueden surgir otras reglas tales como “Tom va a ser el pateador para que no tenga que ser tacleado” o “Jenny va a jugar a la ofensiva para los dos equipos”. Curiosamente la mayoría de las veces, estas reglas se deciden para que todo el mundo esté de acuerdo – sin la intervención de un adulto. Una vez que comienza el juego, los niños deben juzgar, “¿Eso ha sido realmente un touchdown?” Deben decidir si, por algún motivo imprevisto, es necesario hacer una repetición.

En el antiguo barrio, partidos como estos eran bastante frecuentes. Hoy en día son mucho menos frecuentes.

Jugar con niños de varias edades

El juego en el antiguo barrio también incluía niños de varias edades. En la mayoría de los casos, los niños no jugaban únicamente con niños de su misma edad. Gray estudió los beneficios de lo que denomina “juego con niños de diferentes edades” entre niños en edad escolar a los que se les permitía jugar y relacionarse con niños de todas las edades. En un artículo de 2011 para la revista American Journal of Play escribe que “La experiencia con niños más pequeños ofrece a los niños mayores y adolescentes oportunidades de ser los adultos en esas relaciones, y por lo tanto, practicar la educación (de niños más pequeños) y el liderazgo” (pág. 514).

También indica que los niños pequeños que juegan con niños mayores tienden a jugar como si fueran mayores para estar al nivel de los niños más adultos: imitan las ideas y estrategias que los niños mayores usan al jugar. Los niños pequeños que juegan con niños de diferentes edades son capaces de solucionar problemas de maneras más sofisticadas de lo que serían capaces en su nivel de desarrollo si jugaran solos o con niños de la misma edad (Gray, 2013). A menudo agrupamos a todos los niños que cuidamos por edad. Y aunque en algunas ocasiones esto puede ser necesario y beneficioso, ¿qué nos impide mezclar las edades y cosechar los beneficios de tener niños de diferentes edades juntos?

Los campamentos como antiguo barrio

Los campamentos tienen el compromiso de crear comunidades. En cada estación, sesión y verano, nuestra profesión crea una comunidad única, y a menudo, las personas a cargo de los grupos son también jóvenes. Esto modela una oportunidad de juego con niños de diferentes edades. Los campamentos se encuentran en la situación increíble de ofrecer entornos y “circunstancias que permiten a los niños beneficiarse totalmente de las ventajas relacionadas con el juego” (Ginsburg, 2007). Hay personas que consideran los campamentos anticuados, pero los profesionales que trabajan en el campo se han esforzado por mostrar su relevancia y trasladarlos al siglo veintiuno. La verdad es que no ha habido un mejor momento para que los niños vayan de campamento.

Jolly Corley, MS, es directora del campamento Camp Robindel. Es educadora con un interés especial en ayudar a organizaciones a crear oportunidades de crecimiento profesional y personal. Información de contacto: jollycorley@gmail.com.

Fuentes
Ginsburg, K R. (2007). The importance of play in promoting healthy child development and maintaining strong parent-child bonds. Pediatrics, 182-189.

Gray, P. (2013). Free to learn. New York, NY: Basic Books.

Gray, P. (2011). Special value of children’s age-mixed play. American Journal of Play, 3 (4), 500-522.

Foto cortesía de Camp Howe, Goshen, Massachusetts