Ayer mi hijo de ocho años volvió de la escuela apesadumbrado. Es su tercera semana en una escuela nueva y yo le había animado a que encontrara un par de amigos para invitarlos a nadar. Les había pedido el número de teléfono a dos niños y los niños le habían dicho que eran “hermanos adoptados” y habían escrito números de teléfono falsos antes de montarse en carros diferentes para regresar a su casa. Sentí mucha pena por mi hijo.
El sueño que tengo para mis hijos es que asistan a una escuela que les guste tanto como el campamento. Pero para que pase eso, las escuelas tienen que tener una cultura y un enfoque diferentes. Aquí explico mis ideas sobre la manera en la que los maestros pueden convertir las escuelas en comunidades en las que los niños prosperen académica y socialmente.
Enfoque en las relaciones, la creación de equipos y la marca de metas
El primer día de escuela empezaría con el maestro llevando a cabo actividades de creación de equipos con los estudiantes y dándoles abundantes oportunidades para conocerse. Los niños se agruparían en parejas y grupos distintos para garantizar que todos aprendan el nombre de los demás. Los alumnos nuevos recibirían una calurosa bienvenida por parte de los alumnos antiguos.
Los niños compartirían sus objetivos para el año escolar y lo que a ellos les parece importante. Además, descubrirían los talentos e intereses de los demás. Esta sería una conversación continua durante el año para ofrecer a los niños la oportunidad de compartir y animar a los demás a medida que aprenden cosas nuevas.
En todos mis años en la escuela como padre de cinco hijos, solo en rara ocasión he visto a los maestros aprovechar el primer día para ayudar a los niños a conocer bien a los demás. El maestro de mi hijo de quinto grado este año hizo una buena labor haciendo que los niños jugaran “Bingo humano” y haciendo un “escudo” personal. ¡Bravo!
En los campamentos, el primer día en su totalidad consiste en conocer a los demás y compartir historias. Se da la bienvenida a los niños a su “familia” de campamento. En los campamentos, un niño nunca se sentaría solo a la hora del almuerzo –o a ninguna otra actividad. En la escuela, eso tampoco debería pasar nunca. Tiene que existir una red social de seguridad de una cultura que incluya a todos los niños, incluso a los nuevos, que no permita que “se pase a los niños por alto” y que estos estén y se sientan solos.
Promover las aptitudes sociales
Si estamos tan superpreocupados con lo académico, olvidamos que la experiencia social en la escuela es tan importante, si no más, para el desarrollo de nuestros hijos. Según la Dra. Christine Carter, “…un reciente estudio, que observó a casi 1.000 personas por más de treinta y dos años, demuestra con toda claridad que preparar a los niños para el éxito académico no necesariamente resulta en felicidad. ¿Sabe lo que es un buen indicador de la felicidad en la edad adulta, según el estudio? La amistad. Cuando los niños tienen muchos amigos en la niñez y la adolescencia, tienden a convertirse en personas adultas felices”. (2012)
Todos sabemos de manera intuitiva que eso es cierto. Yo recuerdo mucho mejor quiénes eran mis amigos en cierto momento en la escuela que el material escolar. Las escuelas tienen que hacer una prioridad de ayudar a los niños a adquirir buenas aptitudes sociales. Hablar y enseñar aptitudes para ser un buen amigo y saber cómo desenvolverse en situaciones conflictivas son de vital importancia. Me encantan los programas de “Hermano mayor” en las escuelas, en los que a los estudiantes más mayores y que sirven de ejemplo se les empareja con niños más jóvenes para darles la bienvenida, ayudarles a que se integren y servir de modelo de buenas relaciones.
Un verso de nuestra canción de campamento dice, “Aprendí mucho más aquí que en ningún momento en la escuela”. Desgraciadamente, eso es cierto. En dos semanas de campamento, los niños aprenden más sobre cómo ser un buen amigo que muchos otros niños en toda su educación escolar. Las escuelas tienen que dedicar tiempo a fomentar buenas aptitudes sociales en nuestros hijos.
Aprender haciendo: aprendizaje práctico
Si las escuelas se parecieran más a los campamentos, las actividades prácticas serían más prevalentes que los exámenes de opciones múltiples. La información que realmente se aprende son las cosas que hacemos, así que no sé por qué se pasa tanto tiempo memorizando cosas que se olvidan a los pocos días.
Si las escuelas se parecieran más a los campamentos, los estudiantes pasarían menos tiempo sentados en un escritorio trabajando solos en silencio en una hoja de trabajo y más tiempo practicando el trabajo en equipo y la colaboración, trabajando en proyectos y presentaciones de ciencias, representando un libro que están leyendo y cultivando su creatividad y su capacidad de resolución de problemas.
Se aconsejaría a los estudiantes a que exploraran temas que les resulten interesantes, independientemente de lo que aparezca en las listas de los niveles educativos.
Una cultura positiva
Si las escuelas se parecieran más a los campamentos, los maestros estarían tan bien preparados para crear un ambiente divertido, acogedor y atractivo como para enseñar matemáticas. Aprenderían cómo encontrar aquella cualidad especial y única de cada uno de sus estudiantes y les ayudarían a sentirse valorados e incluidos.
Los maestros preguntarían a los estudiantes a diario cómo se sienten y les proporcionarían apoyo si tuvieran dificultades.
Los niños se sentirían felices de ir a la escuela, y los maestros les saludarían con una sonrisa y una palmada, un abrazo o un apretón de manos.
Si las escuelas se parecieran más a los campamentos, los niños se animarían y apoyarían a medida que aprenden nuevas destrezas. Los niños celebrarían los éxitos de sus compañeros con anuncios diarios y notas para animarlos. Para los niños que tienen dificultades en cierta materia, sus compañeros les ofrecerían consejo y ánimo. Los niños hablarían de las áreas en las que les va mejor y peor, y se apoyarían entre ellos para mejorar.
Materias fundamentales más aprendizaje de “libre elección” y la búsqueda de la pasión
En los campamentos exigimos que los niños participen en ciertas actividades, incluso si les dan un poco de miedo. Sabemos que se benefician enormemente enfrentándose a retos y adquiriendo nuevas habilidades, pero también permitimos a los niños que se dediquen a actividades que les apasionan. Los aspirantes a escritores podrían tener su propio blog. Los futuros médicos podrían hacer más investigación y experimentos de ciencias. Si mostráramos más respeto por los intereses y los deseos de los niños y les dejáramos pasar más tiempo en las cosas que les apasionan y les emocionan, las escuelas serían lugares más acertados para ellos.
Y así, acabo por donde empecé. Las escuelas deberían aprender mucho de los campamentos de verano. Muchas personas, especialmente aquellos que nunca asistieron a un campamento, no entienden por qué a los niños les encantan los campamentos, incluso a los niños que no les gusta la escuela.
Si las escuelas escucharan, los campamentos les podrían enseñar muchas cosas.
Referencia
Carter, C. (2012). Three essential school supplies — That aren’t on your list (Tres materiales escolares esenciales que no están en su lista, solo disponible en inglés). Greater Good. Obtenido de http://greatergood.berkeley.edu/raising_happiness/post/back_to_school_supplies.
Este artículo apareció originalmente en el blog de Audrey Monke Sunshine Parenting.
Audrey Monke ha sido propietaria y directora del campamento Gold Arrow Camp con su marido, Steve, desde 1989. Tienen cinco hijos, con edades comprendidas entre ocho y dieciocho años. Audrey fue presidenta de la asociación Western Association of Independent Camps desde 2007 a 2010 y es miembro activo de American Camp Associaction.